La fotogrametría es la técnica que sirve para determinar las propiedades geométricas de los objetos y las situaciones espaciales a partir de imágenes fotográficas. El proceso ha pasado de ser complejo y muy costoso a estar prácticamente al alcance de todo el mundo con la llegada de la fotogrametría digital, pues se ha pasado de utilizar la estereoscopía a la fotogrametría convergente. Esto ha sido posible por la creación de algoritmos que resuelven las condiciones de colinealidad y coplanaridad que se producen en la toma fotográfica y por las nuevas técnicas de correlación de imágenes que permiten la identificación de puntos homólogos de forma automática.
Esta técnica es una de las más adecuadas para acometer la documentación, restauración y rehabilitación del patrimonio, porque con pocos medios se pueden obtener modelos tridimensionales de gran precisión. Se pueden utilizar cámaras ópticas o digitales, no se requiere un restituidor, únicamente un ordenador con características medias y el software correspondiente. La toma de fotografías es muy flexible, sin apenas planificación previa, lo que le hacer ser un método fácil y rápido. Viendo la imagen que ilustra estas líneas podemos hacernos una idea del número de fotografías necesarias para documentar la estructura de una calera.
En el caso de los hornos de cal de Fuerteventura, los levantamientos fotogramétricos afectarán a las caleras domésticas y algunas de carbón, especialmente aquellas más alteradas por el paso del tiempo. No recogeremos datos sobre los grandes hornos industriales, más allá de su localización y aspecto, debido a que sus dimensiones exceden nuestra capacidad técnica.
En Fuerteventura existen hornos de cal en prácticamente todas las calas que permitían el abrigo de los barcos; desde El Cotillo hasta Jandía podemos ver hornos en lugares como Los Molinos, Ajuy, Casa de la Señora, Matas Blancas, Gran Tarajal, La Torre, La Guirra, Puerto del Rosario, La Hondurilla, El Jablito ...
Pero si contamos los hornos tradicionales, aquellos que se levantan para hacer una casa o un aljibe, el número aumenta considerablemente y también varía
el emplazamiento. Ya no estarán confinados al litoral insular sino que se levantarán allí donde se necesite la cal. En el mapa aparece representada una parte de las estructuras
existentes que irá en aumento a medida que progrese el trabajo, cambiando de color la señalización (de rojo a verde) cuando el modelo 3D este culminado.
La conservación de las caleras conservadas en la isla se puede calificar directamente de regular o mala, pues salvo algunas estructuras cercanas a núcleos de población que parecen haber sido consolidadas -que no restauradas-, el resto permanece en una situación deplorable, no sólo por lo que se refiere a la estabilidad de las estructuras sino por el uso que le han dado los ciudadanos: contenedor de basuras. Este problema afecta más a las caleras tradicionales que a los hornos de cuba que, debido a su altura, suelen tener taponados los huecos para evitar accidentes, una medida lamentable desde la perspectiva de la conservación.
Por todo ello es preciso establecer una serie de pautas que permitan la recuperación de estos bienes, en unos casos reconociendo la monumentalidad de los mismos a través de las herramientas previstas en la legislación autonómica y en otros estableciendo medidas de actuación en los planes generales de ordenación dirigidas a preservar los hornos de cal y estructuras anexas de actuaciones públicas o privadas que no contemplen su presencia en el territorio como bien patrimonial.
Como actuaciones encaminadas a la protección de estas arquitecturas se podrían señalar, entre otras, las siguientes:
El patrimonio no se entiende hoy solo por su antigüedad o singularidad, como tampoco en términos de propiedad privada, sino como referente de la colectividad, símbolo identitario de la comunidad que comparte un determinado territorio y unos mismos valores culturales.